Un padre fusilado y su hijo murió en una operación de infiltración

Por |2021-03-04T11:40:57-06:004 marzo, 2021|Historia, La Nueva República, Represión|Sin comentarios

Marzo 3 de 1966 –  Ramón Cubeñas Ibern, de 56 años, fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento en Bayamo, provincia de Oriente. Cubeñas Ibern era un empresario y ciudadano prominente de Manzanillo, provincia de Oriente. Su hijo de 23 años, Ramón Cubeñas Conde, murió en 1961 en una misión de infiltración anticastrista desde el extranjero. En 1965, Cubeñas Ibern presentó una queja en el INRA (Instituto de Reforma Agraria) por haber confiscado sus tierras a pesar de no cumplir con el tamaño requerido para la confiscación. Lo citaron para Santiago de Cuba y le dijeron que su caso sería revisado. Cuando llegó, fue arrestado y acusado de realizar un sabotaje contra el central azucarero Pilón en Manzanillo, conspirar contra el gobierno y espiar. Días después, fuerzas del régimen registraron y saquearon su casa y arrestaron a su esposa, María del Carmen Conde, que fue luego condenada a dos años de prisión.  Cubeñas Ibern fue juzgado por un tribunal revolucionario en un teatro público en Manzanillo y sentenciado a muerte sin derecho a defenderse. Le sobrevivieron su esposa y su hija Rosa María.

Fuente: Cuba Archive / Archivo Cuba

 

 

Dos héroes

 

A Cubeñas (padre) dicen que lo llevaron del teatro donde lo condenaron a muerte al cementerio y allí lo fusilaron. Su hijo Ramoncito (Ramón Cubeñas Conde) era un grande, optimista y patriota. Éramos buenos amigos, él era un hombre sin odios y con un valor extraordinario, luchaba por Cuba.

 

En 1964, viviendo en Miami, me llegó el rumor de que Ramoncito había desaparecido en una operación a Cuba. Empecé a buscar a Carlos Hernández quien supuestamente era el único que se había salvado.  Encontré la casa, la puerta estaba semi abierta y entré, no había muebles y Carlos estaba sentado en el suelo, recostado a la pared, se veía destrozado emocionalmente.  Nos saludamos, le pregunte por Ramoncito y entre lágrimas me contó que todo sucedió en la oscuridad de la noche, el bote en que iban explotó y cayeron al agua, a pesar del oleaje encontró a Ramoncito, estaba muy mal y trató de agarrarlo pero una ola los separó y no pudo verlo más.  No le pregunté por la operación en que andaban, la confirmación de la muerte de Ramoncito me impactó más de lo que esperaba.  Nunca he podido olvidar la tragedia que Carlos me describió entre sollozos, la noche, la explosión, el oleaje, Ramoncinto semiinconsciente y él tratando de agarrarlo.  Si no recuerdo mal esto fue a finales de octubre.  A Carlos lo encontré años después accidentalmente en Costa Rica, ya repuesto, aunque sus ojos delataban tristeza y desde entonces desapareció.

 

Nota de Huber Matos Araluce

La Nueva República

CubaCID.com

 

 

 

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