Ante la visita de Miguel Díaz Canel el pasado 24 de octubre, los artemiseños mostraron una gran expectativa. La transformación casi mágica que se comenzó a percibir en la ciudad, previa a la llegada del “jefe de gobierno”, parecía vaticinar cambios en la joven y para muchos, prometedora provincia. Resulta que el pueblo artemiseño con una gran dosis de ignorancia y escaso análisis, al menos realista de los acontecimientos, se dejó llevar por esta excelente maniobra ilusionista en Artemisa, desplegada con muchos bombos y platillos por quienes son maestros a la hora de confundir a las masas, lo cual explica esa gran multitud de personas en el hermoso boulevard de la ciudad para darle vítores al designado presidente.
Antes de su llegada comenzó lo que para muchos se ha convertido en algo fuera de lo común, la Empresa de Comunales dejó que brillaba la ciudad, fueron eliminados todos los micro vertederos, fuentes de focos infecciosos y causa que genera mucha preocupación a desenas de miles de habitantes de la ciudad.
La gastronomía se mostró increíble, todos los productos con una gran calidad y diversidad. El conocido Coopelia de Artemisa, que en los últimos 25 años ha sido incapaz de sostener dos o tres sabores de helados, en esta ocasión exhibió siete sabores y a decir de los residentes del municipio, las bolas de helados mostraban el doble de su tamaño habitual.
De los servicios hay que decir que se mantuvieron muy malos porque del imaginario del cubano, aún no se ha logrado extirpar la idea del irrespeto al próximo.
Una visita previa de funcionarios a varios establecimientos de producción como es el caso de las panaderías, logró como por arte de magia que la calidad de los productos aumentara en un 100 %, solo seis horas antes de la esperada visita del presidente de gobierno.
El transporte que ha sido por largos años un verdadero problema, se mostró increíblemente eficiente, mientras que en el Hospital Docente General, “Comandante Ciro Redondo”, la limpieza e higiene de los locales también exhibieron sus mejores galas.
La ciudad de Artemisa no es conocida porque en sus calles pululen muchas personas pidiendo limosna o durmiendo por cualquier rincón, pero los hay, éstos, dos días antes de la visita del Presidente, fueron recogidos y enviados a centros asistenciales de salud, con la intención de que sus paupérrimas fisonomías, no empañasen el ornato de la ciudad.
La duda para no pocos artemiseños radica en cuánto tiempo durará para dichas personas, sin ningún tipo de amparo, este supuesto beneficio o si los dejarán retornar a las calles a merced de su ya maléfica suerte.
Lo que si es cierto que la ciudad volvió por estos días a ser gala al nombre que la distinguió en el siglo XIX, como “Jardín de Cuba” o “Jardín de Dios” como la denominara allá por 1845 el argentino Sarmientos. Pero un jardín que no se riega y al que no se le da atención frecuentemente, y solo se le atiende de vez en cuando, según sean los intereses en cuestión, finalmente se marchita y muere y no es eso lo que queremos los artemiseños para nuestra amada ciudad.
Por Gerardo Páez, Coordinador del CID en el Occidente de Cuba.
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