Mientras tanto la “prensa extranjera” y los analistas y expertos hablan de un cambio en Cuba, de una nueva era. Hicieron lo mismo cuando Raúl Castro heredó el poder. ¿Recuerdan? Un importante porcentaje anuló sus boletas, otros prefirieron quedarse en casa sabiendo que estas elecciones son antidemocráticas y no vale la pena votar por quien no se conoce y mucho menos fue propuesto por el pueblo.
Pinar del Rίo, 12 de marzo del 2018. Una y otra vez se pregunta el pueblo ¿votar para qué? ¿Para que se hacen elecciones si esos representantes no resuelven nada? El pasado día 11 de marzo la indiferencia y la abstención demostraron nuevamente el rechazo de una gran cantidad de electores. La población manifestó que el proceso eleccionario no le interesa para nada. Un importante porcentaje anuló sus boletas, otros prefirieron quedarse en casa sabiendo que estas elecciones son antidemocráticas y no vale la pena votar por quien no se conoce y mucho menos fue propuesto por el pueblo.
En un afán hipócrita por demostrarle al mundo que el pueblo tiene forma de escoger, el régimen se empeña en montar un circo en el que no se ve la presión que se ejerce sobre la gente. Muchos que sobreviven de un mísero salario se preocupan de las consecuencias de no participar en este espectáculo desprestigiado.
Mientras tanto la “prensa extranjera” y los analistas y expertos hablan de un cambio en Cuba, de una nueva era. Hicieron lo mismo cuando Raúl Castro heredo el poder. ¿Recuerdan? La realidad es que el poder monopólico de la familia heredera y su clase dominante seguirán rigiendo los destinos e esta sociedad hasta que el mundo entero los repudie y el pueblo acabe de perder el temor.
Es el partido comunista, más bien el castrista, quien manda y ordena en todos los órdenes de la vida social. Las elecciones son entre militantes del partido, la Asamblea del Poder Popular no escapa a esta pandemia, en sus marcos no se dan debates parlamentarios, todos aceptan a quien se propone como “presidente” del parlamento y de la república. Todos son militantes del partido, salvos raras excepciones que por conveniencia y estrategia permanecen y son aceptados sin reunir esta condición.
El pueblo grita a voz en cuello que votar en la patria de José Martí es una gran farsa, una mentira donde los intereses políticos de la clase dominante priman por encima del deber y de los derechos del pueblo trabajador.
Por Daudy Hermalo Lago, dirigente del CID en Pinar del Rίo
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