Nicaragua, particularmente el departamento de Carazo, en el suroeste del país, fue escenario el fin de semana de una brutal escalada de violencia cuando la policía, elementos del ejercito y los grupos parapoliciales orteguistas atacaron las ciudades de Diriamba y Jinotepe, con un saldo de aproximadamente una veintena de fallecidos, decenas de heridos y cientos de detenidos. De acuerdo con datos preliminares difundidos por la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Human os (ANPDH), la represión antiopositora en ambas comunidades resultó en 11 víctimas fatales –otros cálculos ubican la cifra en por lo menos 15, además de 50 heridos y aproximadamente 200 secuestrados. Simultáneamente, todo apunta a que la dictadura de Ortega emboscó y agredió a la jerarquía católica en la Basílica de San Sebastián como parte de un plan.
Ante la atrocidad de la represión, la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) decidió acudir a la zona, para apoyar a la población. La mañana del lunes, un grupo de religiosos, entre ellos el presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua y arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes, el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, y el nuncio apostólico en Nicaragua, Waldemar Stanislaw Sommertag, partieron de la capital rumbo al departamento de Carazo.
A su llegada a Diriamba –en el interior de cuya Basílica de San Sebastián, un grupo de personas permanecía asediada por turbas orteguistas-, los religiosos fueron recibidos con fuerte hostilidad por estas turbas que incluyó agresión verbal y física. Con dificultad los sacerdotes lograron llegar al interior del templo, que fue invadido por los atacantes, lo que resultó en mayor agresión. Monseñor Silvio Báez –un tenaz crítico de la represión anti opositora del gobierno- sufrió una herida considerable en su brazo derecho. Los agresores también atacaron a periodistas quienes acompañaban a los religiosos, golpeándolos y en algunos casos robándoles o dañándoles equipo profesional –incluidas cámaras fotográficas-. No obstante la agresión, los sacerdotes lograron que las personas sitiadas dentro de la basílica, salieran del lugar.
Según el periódico opositor El Nuevo Diario la violencia de las turbas en Diriamba contra la delegación sacerdotal, constituyó una acción planificada, que consistió en “esperar a los obispos para ofenderlos verbalmente, rodear la Basílica de San Sebastián, adonde habían ingresado, penetrar al templo y provocar el caos, impedir que la población prestara ayuda a los obispos y al salir los obispos, rodearlos y golpearlos”.
Luego del incidente, Báez escribió, en su cuenta en Twitter: “Asediado por una turba enardecida que quería ingresar a la Basílica San Sebastián en Diriamba, fui herido, golpeado en el estómago, me arrebataron las insignias episcopales y agredido verbalmente. Estoy bien gracias a Dios. Se liberó la basílica y a quienes allí estaban”. Posteriormente, declaró que “cumplimos con nuestra misión de liberar a las personas que estaban atrapadas en la basílica de San Sebastián. Esto que me pasó no es nada comparado a lo que ha sufrido el pueblo”.
Ahora, los obispos se aprestan a analizar si, en el contexto de la terca represión por parte del gobierno, es viable el Diálogo Nacional en procura de negociar una solución a la crisis. Instaladas el 16 de mayo –un mes después de desencadenada la crisis, las conversaciones gobierno-oposición, promovidas por la administración Ortega y mediadas por la CEN, están interrumpidas, a causa de la actitud gubernamental de no dar respuesta clara al planteamiento de los obispos –reflejando el masivo clamor popular- respecto a adelantar, al inicio del año próximo, las elecciones programadas para 2021.
Quizá la brutalidad de la represión del fin de semana en Carazo sea un intento más del gobierno de Ortega y su esposa y vicepresidenta, la influyente Rosario Murillo, por hacer que fracase el diálogo –por el cual el régimen ha mostrado, en el mejor de los casos, poco interés-. Entretanto, la represión policial y parapolicial anti opositora ha cobrado más de 200 vidas, con saldo adicional de miles de heridos y detenidos-desaparecidos.
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